domingo, febrero 18, 2007

Planeta de celos dijo...

En enero se dice adiós de dientes para fuera, y se acompaña con un beso de dientes para dentro, tan dentro que el adiós se vuelve una broma de mal gusto.

Uno quisiera poder verter la vida entera en un adiós, darse un baño y dejar los recuerdos como vapores que empañan el espejo, salir a la calle y caminar desnuda de miedos, caminar sin las prisas del encuentro y desencuentro.

Pero no, cada enero me declaro incapaz de un adiós verdadero, de esos que nunca llegan para cerrar los círculos mal logrados y es ahí donde reside la crueldad, donde el orgullo pierde sentido.

Y después de tantas camas deshechas, de tantos apegos con nombres propios y sin ellos, solo queda preguntarse si todavía habrá algún rincón virgen en el corazón para empezar de nuevo.